¡Qué cosas pasan!

Sorprenden (¡y mucho!) las razones que algunos dan para dejar el puesto de trabajo. Yo he visto de todo, fundamentalmente en las películas. La más rara de cuantas me he topado, la escuché el otro día en mi oficina: Un ex-compañero de trabajo me dijo que dejaba la empresa porque "no soporto ver a un miembro del comité de empresa gandulear" (sic),...

Me contaba, el ex-compañero, que ese mismo camarada no encontraba huecos entre sus múltiples compromisos sindicales para currar pero que, sorprendentemente, no parecía tener problemas de agenda cuando se trataba de salir de excursión con cargo a los gastos de representación de alguna empresa. La cosa llegó a tal extremo que incluso me ofreció reintegrarse a la plantilla si soltábamos lastre en los próximos meses.

Siempre he deseado mucha suerte a todos los que van saliendo de la empresa, a éste también, y además me permití recomendarle que no trabajara en ninguna otra empresa con representación sindical, o no duraría mucho allí. Habida cuenta de que está por nacer el representante sindical deseoso de dar el callo.